martes, 22 de julio de 2014

El etiquetado de las bebidas alcohólicas: una medida de bajo coste pero muy poco aplicada

En estos tiempos de polémica sobre las medidas que el Gobierno piensa adoptar para frenar el consumo de alcohol en menores de edad, también se nos señala que hay que buscar medidas que hayan mostrado su efectividad a la hora de resolver problemas. Y una de ellas tiene que ver con el etiquetado de las bebidas alcohólicas, tal y como señalan Martín-Moreno y colaboradores en un artículo publicado en la Revista Europea de Salud Pública titulado "Mejoras en el etiquetado de las bebidas alcohólicas: una revisión de la evidencia para guiar las políticas sobre el alcohol".


Cada año, los ciudadanos europeos consumen 9,24 litros de alcohol puro per cápita y una minoría significativa de ellos tiene serios problemas por ello. Sin embargo, la información con la que cuenta la persona consumidora sobre el producto que consume es muy escasa. Por esta razón, se han llevado a cabo diferentes iniciativas alrededor del mundo para promover un correcto etiquetado de las bebidas alcohólicas que, aunque comparten ciertas características, son bastante heterogéneas en cuanto a las medidas concretas que proponen. En su artículo, Martín-Moreno y colaboradores revisan los diferentes requerimientos para el etiquetado de las bebidas que se han propuesto en diferentes países del mundo y examinan la evidencia disponible sobre otros elementos adicionales que potencialmente podrían incluirse en ellas, centrando su análisis en dos facetas de la información para el consumidor: los aspectos dietéticos de la ingesta de alcohol (ingredientes, información nutricional, calorías, tamaño de las consumiciones) y los potenciales efectos perjudiciales (advertencias de salud y recomendaciones para el consumo).



A partir de una revisión de la literatura científica y gris existente, identificaron cinco elementos (además del contenido en alcohol) que podían ser potencialmente útiles para las personas bebedoras: una lista de ingredientes, información nutricional, tamaño de las consumiciones y número de consumiciones por envase, una definición de "consumo moderado", y una advertencia de salud sobre las consecuencias del consumo no saludable.


Dado que las autoridades en seguridad alimentaria han defendido desde hace tiempo el derecho básico del consumidor a conocer la composición de un determinado producto, los autores se extrañan de que esto mismo no se haya aplicado a las bebidas alcohólicas, dado que no conlleva coste para los consumidores o productores, salvo el coste inicial de cambiar el etiquetado. Este debería contener una lista de ingredientes en la que figuraran, además, los alérgenos, aditivos y conservantes presentes. Las personas con alergias poco frecuentes dependen de esta listas para poder decidir si consumir o no de manera segura un producto por lo que su inclusión es importante. Aún así, estas medidas no se aplican.

Como tampoco se aplican otras medidas que tienen que ver con la información nutricional, el tamaño de una bebida estándar o las guías para un consumo de menor riesgo. En su lugar, en ocasiones se ha dejado a la voluntad de la industria el incluir estos mensajes en el etiquetado. Sin embargo, tal y como señalan los autores del artículo, "con frecuencia estos mensajes han sido preparados en torno al concepto algo amorfo de 'consumo responsable', usado por la industria para advertir sobre la conducción de vehículos bajo los efectos del alcohol o el consumo por parte de mujeres embarazadas o menores de edad. El propósito principal no es reducir el consumo de alcohol o los atracones en otros colectivos, ni educar a los consumidores sobre los riesgos para la salud asociados al consumo de alcohol. De hecho, los esfuerzos de la industria para 'apoyar' a los gobiernos a conformar unas políticas y una educación sobre el alcohol han sido repetidamente criticados como intentos bastante cínicos de aplacar las voces de los defensores de la salud pública sin tener que recortar las ventas".

Sea como fuere, el artículo es bastante interesante y, sin duda, puede contribuir al debate en torno a qué medidas implementar ante las problemáticas vinculadas al consumo de alcohol.

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